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Aventuras de un arquitecto rosarino (Rosario - Argentina) en Cambodia, Singapore y Vietnam.
El pasado Julio, la UNESCO puso este templo en la lista de candidatos a formar parte del ‘Patrimonio de la Humanidad’, y Thailandia, en principio ratificó esta decisión (cuestión que le costó el puesto al ministro de relaciones exteriores tailandés). A partir de allí ambos países comenzaron a desplegar soldados a ambos lados de la frontera, y esta situación complicó poco a poco las relaciones bilaterales.
Ayer Miércoles, esto se complicó aún más cuando ambas tropas cruzaron disparos de armas de fuego y misiles de corto alcance, lo que terminó con varios heridos y dos soldados camboyanos muertos. Ahora ambos países se acusan uno al otro sobre quien empezó primero.
A raíz de esto, las autoridades tailandesas ordenaron a los ciudadanos de dicho país que se encontraban en Camboya, a abandonar inmediatamente el país. El personal de la embajada fue disminuido al mínimo también. La embajada se encontraba protegida por policía camboyana el día de ayer, intentando evitar lo ocurrido hace unos años atrás, cuando manifestantes atacaron y incendiaron la embajada.
El conflicto se remonta al año 1962 cuando el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya determinó que el terreno sobre el que se ubica Preah Vihear corresponde a Camboya, pero Tailandia se resiste a aceptar ese dictamen.
Actualmente tanto la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) como las Naciones Unidas intentan empujar a ambos países a resolver este conflicto de una manera pacífica y sin recurrir a las armas.
Esperemos que la razón pueda más que la estupidez y que esto se solucione por las buenas. A ninguno de los dos países, especialmente a Camboya, le conviene un conflicto armado. Son dos países que viven del turismo y ya, este pequeño incidente, seguramente afectará la temporada turística.
- EEUU y ONU llaman a Camboya y Tailandia a mantener la calma, tras combates (AFP)
- Preah Vihear Temple (Wikipedia)
A los tres meses me compré mi primera moto. No solo mi primer moto en Vietnam, sino mi primer moto de toda mi historia motociclística. Antes pregunté, consulté y observé a otros extranjeros. Qué tipo de motos tenían? Qué moto era mejor? Más segura? Etc. Las respuestas fueron variadas. Algunos tenían motos grandes (no cross o enduro o de gran cilindrada como las que se ven en Argentina, pero lo suficientemente grande como para dejar de ser un scooter). Otros tenían motos más pequeñas y de baja cilindrada, como la mayoría de los vietnamitas.
Mi investigación iba viento en popa hasta que conocí a David, un español con el que compartí casa por unos meses. El tenía dos Vespa. Wow! Que lindas que eran! Eso era diseño, estilo. Y manejar una Vespa era algo totalmente diferente a manejar otra moto (eso lo descubrí la primera vez que intente manejar una), pero la sensación era totalmente única (eso no lo descubriría hasta haberme sacado todos los miedos y haber andado lo suficiente como para sentirme confiado).
Así es que a pesar de varios que me aconsejaban no comprar una Vespa, por todos los problemas mecánicos que traen consigo (típicos de una moto con 20, 30 o 40 años que como todo viejo tiene sus achaques). Pero probé las dos y nada… cómo persona arquitecto que aprecia un buen diseño no pude decir que no. Así que David me llevó a ver a su ‘distribuidor autorizado’ y ahí sin más dudar elegí una hermosa Vespa de color azul verdoso que me acompañaría por casi 3 años en Saigón y que luego cuando nos mudamos se la vendía nuestros amigos Berto & Lucille, que aún la tienen (varada) en Saigón.
Cuando nos mudamos a Singapur una de las cosas que más extrañe era la Vespa. Moverse en Singapur es muy fácil… uno tiene el MRT (Metro), taxis, buses, etc. Pero nada se compara a la sensación de moverse libremente en la Vespa. Por un momento pensé en hacerme traer una desde Vietnam, pero al instante mi idea se desplomó cuando me enteré que había que pagar impuestos de importación, comprar un permiso de circulación automotor, carnet de conducir, peajes, etc etc. Así que durante ese año y medio viví con mi recuerdo de la Vespa.
Cuando nos mudamos a Phnom Penh, lo primero que hice fue averiguar donde vendían Vespa. A diferencia de Saigón, aquí no se ven tantas. Me informaron de un pequeño negocio en la calle Charles De Gaulle, y ahí fui. Tenían 4 o 5 en exposición y anduve mirando por un rato. Los precios eran el doble de lo que se vendían en Saigón… realmente caras.
En esos días, Louise vio un aviso en un bar donde un extranjero vendía su Vespa porque se volvía a Australia, y por solo 400 usd! Así que lo llamé, y me fui a verla. No era lo que se dice una preciosura, porque la pintura estaba toda mala, y no era un modelo muy lindo de por si. Pero… 400 usd!
Así que me la llevé. Y se la llevé al tipo del negocio de Vespa para que la repintaran toda (color naranja) , le arreglaran las luces, batería. Quedó joya nunca taxi! Para la envidia de todo Phnom Penh…
Ya hace más de un año que la tengo, y si bien de vez en cuando algún problemita tengo y me quedo varado en medio de una avenida, lo llamo a Mr.Vespa, y el acude al instante, la arregla y todo por la módica suma de uno o dos dólares.
Así que ahora, si ven un bólido naranja cruzar Norodom Boulevard… ese soy yo!
Gracias a Vanina Berghella, por el post en el blog de Clarín "Ni de aquí ni de allá" que aquí reproduzco:
Un Rosarino en Asia
Conozco el blog de Lucas Torresi desde hace varios años, ni bien llegó a vivir a Vietnam. Sí, a ese país tan lejano y extraño para nosotros, que casi sólo podemos imaginarlo por las películas norteamericanas durante la guerra. Pero en este caso, Lucas, arquitecto y rosarino sabe pintar las postales más increíbles acerca de ése país, luego de Singapore y ahora desde Camboya. Todo desde su blog personal.
Nadie mejor que él para que nos cuente cómo es para un argentino vivir todos los días en lugares tan distintos a los nuestros, donde la cultura tiene tanta identidad y debemos adaptarnos o irnos. ¿Acaso es más fácil ser inmigrante en algún país más latino, más parecido al nuestro o reconocido por ser un lugar receptor de extranjeros?
Me encanta poder compartir con ustedes un post escrito especialmente para nosotros junto a un video, con fotos de aquellos míticos lugares. Y claro, no puedo dejar de recomendarles que visiten su blog “Un rosarino en Vietnam” donde van a encontrar más de un relato interesante y anécdotas únicas de la vida en Asia.
Nota de R: ¿Será posible que a través de acá pueda encontrar otro argentino viviendo en Camboya?
Hace ya 5 meses que llegamos a Camboya desde Singapore y Vietnam. A las pocas semanas nos dimos cuenta que la comunidad de extranjeros o ‘expats’, como solemos denominar aquí a aquellos extranjeros trabajando en otro país, era muy pequeña. Fue fácil llegar a esta conclusión ya que a cada sitio que íbamos veíamos más o menos las mismas caras. Ya fuese un restaurante, un bar, una exposición en alguna galería o celebración de lo que fuese, los personajes que visitaban estos lugares éramos prácticamente los mismos. No es que ya conocemos o conocimos a todo el mundo ni mucho menos, pero de cara casi que los tenemos a todos vistos.
Estos personajes se agrupan generalmente, y casi naturalmente, por lugar de origen y/o idioma de origen, y obviamente culturalmente. Así encontramos grupos de franceses (generalmente bastante cerrados en su grupo), los ingleses, los australianos (ambos con una cerveza en la mano casi siempre), los americanos, italianos, etc. En general, al menos aquí en Phnom Penh, los asiáticos (léase chinos, coreanos, indonesios, malayos, singapurenses, vietnamitas y obviamente camboyanos) constituyen grupos en si mismo que no interactúan demasiado entre sí o con los occidentales (a no ser que se trate de negocios).
A que iba todo esto? Ah… si… Decía entonces, que hace 5 meses que llegamos a Camboya. Y con el pasar de las semanas, y las salidas, y los eventos, y los restaurantes, los bares, las exposiciones y las celebraciones, fuimos conociendo gente de todos estos lugares pero siempre se fue repitiendo una constante que, a esta altura del partido, debo reconocer me empezó a preocupar un poco: nunca encontré otro argentino.
Claro, ustedes dirán, cómo espero encontrar a otro argentino en un país que tiene una población de 14 millones de habitantes en solo 5 meses. Es como una aguja en un pajar. Bueno, es que casi todos, por no decir todos los extranjeros viven en Phnom Penh o Siem Reap; y si no viven allí, viajan a estas dos ciudades muy a menudo. Todos se conocen con todos. De algún lado o del otro. Todos frecuentan los mismos bares o restaurantes y hacen el mismo tipo de actividades: gimnasio, golf, tenis, etc.
No solo no me he encontrado con ningún otro argentino, sino que tampoco nadie nunca siquiera al conocerme me ha hecho un comentario del tipo: - “Ah sos argentino?… conocés al argentino que trabaja en tal o cual lado?”… o, - “La otra vez, en la fiesta de no sé que cosa conocí a otro argentino… Juancito… lo conocés?”.
Los antecedentes no son muy promisorios tampoco. Durante mis años en Vietnam, con altibajos, éramos un promedio de 7 personas (en un país de 80 millones), y eso contando al Sr.Embajador argentino. Si aplicáramos las matemáticas aprendidas en la escuela primaria (regla de tres simple) casi que podríamos calcular cuantos argentinos debería haber en Cambodia. Sería algo asi:
Población en Vietnam= 85.000.000
Argentinos en Vietnam = 7
Población en Camboya = 13.000.000
Argentinos en Camboya = X
Donde X= (13m x 7)/85m = 1,070588
Oh, oh. Las matemáticas, ciencia exacta si las hay establecen que aquí en Camboya debería haber 1 argentino. Yo.
No quiero pensar mucho que soy el único argentino aquí. Qué responsabilidad! Qué raro! No raro porque no pueda ser… pero que rara sensación. Si Argentina desapareciese del mapa, junto con todos los argentinos en ella, yo sería casi como parte del eslabón perdido, el último (o único) argentino en Camboya! Una especie en extinción! Un caso raro de una enfermedad incurable! No quiero pensar. Expediciones se organizarían a estos rincones del mundo solo para verificar si la leyenda del “único argentino en Camboya” era real. Una especie de Yeti! Que horror…
Tampoco es que necesite de otro argentino para ser feliz en estas tierras. No. Nada que ver con eso de que para un argentino no hay nada mejor que otro argentino. Pero si debo aceptar que hay momentos en que tenés una idea, un pensamiento, o simplemente un deseo que solo y únicamente otro argentino podrá entender. Ni siquiera un español, o un peruano, o un chileno o un mexicano…, aunque supuestamente hablemos el mismo idioma. Por eso prefiero pensar que debe haber otro. Tal vez perdido por ahí… digo, sin mucho contacto con la humanidad, perdido en la jungla tal vez?
Como anécdota puedo agregar que una de las primeras veces que ingresé a Camboya fue vía terrestre desde Vietnam, algo así como 3 años atrás. Al llegar al cruce de frontera, en el puesto de control del lado de Camboya, me demoraron un buen rato mientras miraban y recontra miraban mi pasaporte. De un lado, del otro, lo daban vuelta y sobre todo parecía que trataban de descifrar que era ese dibujo en la contra portada. (El mapa de Sudamérica con el Mercosur marcado). Luego de unos minutos, unos varios minutos, uno de los oficiales me informó, utilizando algunas pocas palabras en inglés, que el problema era que en el sistema, es decir en la pantalla de la computadora, no aparecía ningún país, estado, o nada que se pareciese a nada llamado “Argentina”. Acaso yo era el primero en llegar? A nadie se le había ocurrido venir antes? Preferí pensar, quizás acostumbrado a los servicios públicos y gubernamentales en argentina, que todo se trataba de un “error del sistema.
Le expliqué a este oficial que hasta donde yo sabía, al menos hasta hace algunos días atrás, yo había hablado por teléfono con mis familiares, y el país, Argentina, seguía estando allí, en el mismo lugar de siempre… aunque de este lado no lo veamos… Luego de deliberar por unos minutos más entre ellos, uno de los policías selló finalmente mi pasaporte y pude ingresar al país. A partir de allí, cada vez que vuelvo a entrar a Camboya… ruego que el “sistema” recuerde que Argentina sigue siendo un país…
Así que… si alguien sabe algo, un dato, una pista del posible paradero de uno de “nosotros”… me avisa, si? O acaso tendré que ofrecer una recompensa a quien ofrezca algún dato certero sobre algún argentino natural vivo (y coleando) radicado en el reino de Camboya?
En realidad, revisando este texto veo que el resultado matemático no es 1, sino 1,070588… No se bien como tendría que tomarlo… ese 0,070588 podría ser visto como un argentino más pero que no vale nada? Mejor no encontrarlo entonces… O tal vez representa la esperanza de que seamos más que 1? No se… el tiempo dirá. Y no será la primera vez que una teoría matemática es refutada… no? Aparte en argentina estamos acostumbrados…: “Si algo puede fallar, fallará”
Esta foto tomada en Luang Prabang, Laos; fue selecionada y publicada como la foto del dia hace un par de semanas, por Glading.com, un portal estilo blog, que comenta sobre todo sobre viajes. En enero tambien otra foto que ya postee aqui habia sido elegida.
El fin de semana pasado fuimos, una vez más a Bangkok, ya que en uno de las visitas anteriores en Octubre, donde habíamos ido al Southafrican Ball. nos habíamos ganado dos noches en el Marriot Resort Hotel & Spa.
Pasamos un fin de semana re lindo, y nos reencontramos con nuestros amigos Berto y Lucille y fuimos el sábado por la mañana bien temprano al famoso Floating Market en las afueras de Bangkok. Habíamos leído que había que ir bien temprano para evitar el torrente de turistas que llegan en autobuses gigantes. Asi que a las 5 de la mañana nos pasaron a buscar por el hotel, y antes de las 7, estabamos allí. Tan temprano que ni el mercado había abierto aun!
Esta zona es una red de pequeños canales que se van cruzando, donde la gente se mueve en botes largos (motorizados o no). La vida se desarrolla en las margenes de estos canales, y por supuesto las mercaderías se intercambian tambien de esta manera.
Apenas llegamos, logré sacar esta foto de un monje, que como de costumbre, hacía su recorrido diario recolectando ofrendas que serviran como su ración de comida diaria.
Otra de mis fotos favoritas... tomada en Marzo del año pasado durante mi última visita a Angkor Wat. Ahora si bien viajo cada semana a Siem Reap, no tengo tiempo de ir a visitar los templos, pero ya tendremos que cambiar eso...