(o la historia de cómo el vodka ya no es mas la bebida de moda en Rusia)
Hace algunos días conocía a Ricardo, un argentino que vive en Kuala Lumpur, y que me contactó ya que estaría algunos días en Saigon por cuestiones de laburo. Fuimos a cenar y a tomar algo junto con Leo y Louise y ahi fue que nos contó esta historia (que luego le pedí me escribiera) y que aqui paso a contarles (con algunos toques y agregados mios para darle un caracter mas de cuento). Gracias Ricardo por dejarme contarla ya que creo que habla mucho de como uno influye en el lugar en el que está, por mas diferente que sea. Nos vemos en Kuala Lumpur!
En su búsqueda de un destino distinto al de su país, un día decidió emigrar. Luego de algunas entrevistas, propuestas y contrapropuestas aceptó el destino que le ofrecían.
Timashevsk,
Rusia.
La primera sorpresa fue incluso antes de arribar. Este lugar no figuraba en los mapas de Rusia con los que Ricardo disponía. Eso le fue objeto de diversos chistes y cargadas por parte de su primo, que no podía creer que sea capaz de aventurarse a un lugar que no figuraba siquiera en el mapa. Ni siquiera podía pronunciarlo correctamente. Pero Ricardo pensaba que tal vez todo esto le agregaba un poco mas de desafío a esta aventura. Así que sin pensarlo mucho más, se junto de valor, y aceptó.
Llegó a
Timashevsk en la primavera de 1995. No solo era un lugar que SI figuraba en los mapas, sino que estaba a unos 65 kms. de
Krasnodar, una ciudad de unos 800.000 habitantes, nada mas ni nada menos. Claro que el ser tan lejana y desconocida de nuestra Argentina, la hacía totalmente desconocida.
El tiempo le hizo aprender que Krasnodar es la capital de la provincia del mismo nombre, a unos 1000 kilómetros al sur de Moscú. Ubicada en medio de las
praderas de Kuban, la convierten en “el granero de Unión Soviética” (aún entonces era La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). Una región de inmensas praderas verdes que la hacen muy parecida a nuestra fértil pampa húmeda argentina. Los inviernos, aunque fríos, no son tan rigurosos como en la región de Siberia, y los veranos son igual o mas calurosos que el enero de Buenos Aires.
Sus amigos en Buenos Aires seguían de cerca, a través de sus cartas, los diferentes descubrimientos que Ricardo iba haciendo de este nuevo país, de su gente y de su cultura. Y fue quizás alguna de estas cartas, o la suma de todas ellas que despertaron la intriga de muchos de ellos, hasta el punto de que un grupo de amigas decidieron ir a visitarlo a la lejana Rusia.
Ya era 1996 cuando Cristina, Edith, Maria Fernanda y Coca, pudieron juntar algunos pesos y otro poco de valor, y fueron a visitarlo.
Este grupo de cuatro amigas solían disfrutar a menudo de largas charlas rodeadas de un buen mate. Así es que por mas que se fuesen a Mar del Plata, a África o a Rusia; el mate viajaba con ellas; y por si las moscas: varios kilos de yerba.
Claro que el primer problema, se imaginarán, apareció al cruzar la aduana en el aeropuerto de Moscú. Cómo explicarle a un oficial de migraciones, que solo habla ruso, que no se trata de ninguna sustancia que uno pueda fumar (bueh… alguno habrá intentado) sino de una infusión, tan común y corriente para nosotros como el té o el café. Luego de varias idas y vueltas, lenguaje gestual, demostraciones varias, e inspección del verde elemento por parte de la KGB, finalmente fueron autorizadas, ellas y la yerba mate, a proseguir su marcha hacia la todavía lejana Timashevsk.
Tal vez esa pasión que ellas tenían por el mate o ser demasiado precavidas, las hizo hacer mal los cálculos. La yerba mate que llevaban era suficiente para animar una reunión de la comunidad latinoamericana entera. Varios kilos de pura yerba mate, con palo y sin palo por las dudas.
Ocurrió entonces, que luego del tiempo que compartieron con Ricardo en Rusia, y por mas que el mate siempre estuvo presente en cada paseo y momento libre; a su regreso le dejaron de regalo unos cuantos kilos de yerba.
Ricardo nunca fue muy apasionado por el mate. Claro, no hay argentino que se niegue a un mate, pero él no era de esos que se la pasan con el termo bajo el brazo o de los que gustan andar cebando mates a sus amigos. Si no era porque otro cebaba no era de tomar mate. Así que los paquetes de yerba pasaron a ocupar lugar en su cocina junto con todos esos utensilios y productos que no se usan y se guardan en el último estante de la alacena.
Pasaron dos navidades, dos inviernos y veranos, y la yerba siguió ocupando su lugar, alli arriba, juntando polvo. Hasta que un día, Ricardo, como toda persona que trabaja expatriado para una multinacional, es trasladado a un nuevo destino; y comienza a prepararse para la mudanza.
Empacando, armando cajas y valijas, preparándose para la mudanza, Nelly, su novia, de nacionalidad rusa, hoy esposa y madre de sus dos hijos, descubre el tesoro escondido durante todos estos años. Luego de desempolvar los paquetes, ya se aprestaba a colocarlos como parte del cargamento para la mudanza, pero Ricardo, ya sabiendo que esos paquetes no tenían otro destino mas que algún oscuro rincón en la cocina de su nuevo hogar, se negó rotundamente a llevarlo consigo. Aparte podrían volver a tener problemas en la aduana, y la verdad, que su falta de “pasión matera” no le harían perder un segundo dando explicaciones.Entonces Nelly le sugirió dejarle la yerba a su madre; ya que eran una familia muy pobre y mucha veces no tenían ni té para poder tomar, y tal vez eso podría resolverles el problema, al menos por un tiempo.
Por supuesto que a Ricardo le pareció una buena idea. Cualquier idea en realidad era mejor que andar con el cargamento a cuestas, asi que en una de las ultimas reuniones con la familia de Nelly, antes de partir, Ricardo le entregó la yerba mate a su suegra. Se tomo a su vez algún tiempo para explicarle las diferentes maneras de prepararla. Le explicó que podían beberla como mate cocido, hirviéndola en agua, o podían utilizar el mate, hecho de calabaza y la bombilla; imitando la famosa foto que habían visto tantas veces, del Che Guevara sobre la cama tomando mate.
El tiempo paso, y Nelly regreso varias veces a Rusia a visitar a su familia. A su regreso comentaba de lo mucho que le había gustado a su madre la yerba mate. No solo a ella sino a los parientes y amigos que les habían hecho probarla.
A partir de allí, en cada visita, les llevaba más yerba de regalo, y algunos otros mates y bombillas, para que todos pudieran tomar a la vez, ya que la ‘idea’ de compartir una ronda de mate, y tomar todos de la misma bombilla no les hacía mucha gracia. Le regalo uno a su hermano y a su padre. En alguna otra visita, le pidieron que llevara algunos otros para sus vecinos, y otro tío que los había visitado, y había quedado enloquecido con esta nueva bebida. Y ella, como siempre, partió a su Rusia natal con los varios paquetes de yerba y los mates.
De algún modo, nadie sabe bien como exactamente, el mate comenzó a expandirse y llego a Krasnodar, la capital de la provincia. Dicen que no hay nada mejor que el ‘boca a boca’.
Ricardo hoy no puede asegurar que su ‘exceso’ de stock de yerba mate fue el detonante ya que en la ciudad viven algunos Sirios, que también son probablemente aficionados al mate. Para los que no están al tanto, la yerba mate se toma en Argentina, Uruguay, Paraguay y Siria. La cuestión es que Ivan Ivanovich, Igor Ivanovich y Polina Nikolaievna; padres y hermano de Nelly, a partir de su condición de innovadores se convirtieron en referencia obligada para los “principiantes” que se acercaban a experimentar el “nuevo” brebaje.
Hace dos semanas, mediados de junio del año 2005, Ricardo regreso luego de 8 años a Rusia, a Timashevsk y a Krasnodar. Su curiosidad era grande de ver todos los cambios de los que Nelly hablaba siempre a regreso de cada uno de sus visitas. Rusia en diez años a sufrido grandes cambios que seguramente habrían cambiado su fisonomía, costumbres y a su gente.
El segundo día allí, Ricardo acompaño a Nelly, que había acordado encontrarse con una amiga, en la calle
Krasnaya Ulitsa, que se podría traducir como “Calle Roja”, y que es tal vez la calle principal de la ciudad Llegaron al lugar donde sería el encuentro. Una confitería muy de moda, ubicada en la esquina principal. El nombre a Ricardo le pareció curioso, aunque el haber pasado tanto tiempo en Rusia, hizo que no se sorprendiera y lo tomara como una simple coincidencia de nombres: “Latte – Mate”
Nelly se encontró con su amiga en la puerta, entraron y enseguida una de las mozas se acercó trayendo la carta para que eligieran lo que deseaban tomar. Al abrir el menú en su pagina central, la curiosidad que Ricardo había sentido minutos a tras, se transformo en asombro y sorpresa. No podía creer lo que veían sus ojos: el trago mas caro que se ofrecía a 180 rublos (unos 6 dólares americanos) era nada mas y nada menos que
UN MATE!!!!.Primero por su cabeza pasó la idea de que solo se trataba de un nombre, pero no pudo con la tentación y sin pensarlo mas pidió el mate! Al cabo de unos minutos le trajeron su pedido. UN MATE! El mismo tipo de mate que todos conocemos. Un mate, tradicional, común y corriente. Una calabaza con una bombilla como de caña, con yerba mate dentro. Un poco lavado al sabor, incluso antes de empezar a tomar, pero mate al fin! Yerba mate! En Rusia. En Krasnodar. En la calle Krasnaya Ulitsa, Ricardo estaba tomando un mate en el pub de moda.
No salía de su asombro. Una mezcla de sensaciones recorría su cuerpo. Ganas de empezar a gritar en medio del bar… yo conozco esto! esto es un mate! Esto es Argentino!
Pero igual que la primera vez, cuando sus amigas llegaron a Rusia con los kilos y kilos de yerba mate… andá a explicarle a un ruso que no es el último grito de la moda, que no es el trago “fashion”, que en Argentina lo tomamos desde que nos llamamos Argentina! De que no se trata de que sea el mas caro, que hace furor en la ciudad…., sino que en Argentina hay gente que lo toma desde que se levanta hasta que se acuesta, sin importar lo que este haciendo; y si vas a visitarlos a su casa te ofrecerán uno… y gratis!. Andá a decirle que en realidad se comparte, todos tomando de la misma bombilla y no cada uno con un mate propio; que hay que tomarlo con bizcochitos, o medialunas a la mañana mientras lees el diario, o mientras te quedas estudiando toda la noche porque tenés que dar un examen al día siguiente. Y por sobre todo, que no es algo que uno pida en un bar y mucho menos de moda. (al menos hasta donde yo se no existe tal cosa en Argentina o Sudamérica)
Ricardo intento explicarle a la moza alguna de estas cuestiones, pero de nada valió. Para ella ese es el trago que más pide la gente y punto. Es el trago que toman desde las damas del jet-set de Krasnodar, o los teenagers que quieren demostrar que estan “en la onda”. Es lo que “esta inn”, gordo… viste?
Asi que ya sabés… si querés tomarte un mate, en un lugar de onda, andate a Latte Mate… aca nomás, en la calle Krasnaya Ulitsa, Krasnodar, Rusia. A proposito… me olvidé de preguntarle a Ricardo si son dulces o amargos.
Lo malo: va a ser el mate mas caro de tu vida…
Lo bueno: aceptan tarjeta de Crédito.