sábado, 21 de mayo de 2005

una noche de viernes mas (pero no como cualquier otra)

Ho Chi Minh City. Algún tiempo atrás Saigon. Viernes 23.55 pm.
Podría haber sido una noche de viernes mas, como cualquier otra noche de vieres aquí en Vietnam. La temporada de lluvias no parecía haber arrancado aun; al menos las calles no estaban mojadas y casi nunca es posible observar las estrellas desde aquí. Tal vez la contaminación del aire haya aumentado últimamente.
Decía que podría haber sido una noche más, pero sin embargo ese viernes fuimos al cine, cosa que no es común aquí en Vietnam. Es casi imposible encontrar un cine que pase una película en ingles, y ni hablar de los títulos... lo peor del peor cine pasatista de hollywood. Pero este viernes fuimos al cine. A ver una película de un director italiano, parte de un ciclo de cine Europeo que convoca bastante gente en una de las salas de distrito tres. Para mi sorpresa, la mayoría del publico era vietnamita, cuando yo pensé que no les interesaba tal clase de cine... y luego confirme cuando en medio de la película la mitad del cine hablaba por celulares, o las parejas se dedicaban a hacer todo lo que no pueden hacer en ningún otro lugar de la ciudad.
Luego del cine, nos dirigimos a un nuevo bar francés. Al menos nuevo para nosotros. Compartimos unos tragos con amigos, franceses, argentinos, irlandeses, españoles, vietnamitas. Casi como una noche más. Un poco antes de la media noche, se observaba ya el cansancio en las caras de todos. Como cada viernes, la semana pesaba sobre las espaldas. Nos despedimos en la puerta. Un grupo de franceses se quedo a la espera de un par de tragos más.
Comentamos con Federico, como en cada encuentro, alguna particularidad de nuestras Vespas. Se sabe que no es una 0 Km. Hay que estarle encima y siempre alguna cosita para arreglar y mejorar hay. Josefina, casi bromeando, aconsejó a Louise que tuviera cuidado con su bolso.
Saigon podría contarse hoy por hoy dentro de las ciudades más seguras del mundo. El crimen no es algo que aparezca en los diarios, no porque este censurado por el régimen comunista, sino que no existe como tal, mas allá de algún que otro robo menor. Las tenencia de armas esta prohibida y la “particularidad” del sistema hacen que sea muy difícil que la semilla de la criminalidad, tal cual la conocemos (y como la conocemos!) crezca saludable entre los campos de arroz.
Ya casi llegando a casa recibo una llamada al celular. Federico. Luego de intercambiar unas pocas palabras, regreso por el mismo camino que nos había llevado hasta allí, para pasar por enfrente del bar que nos vio beber hacia solo unos minutos atrás, y detenerme a solo dos cuadras de allí. Avenida Tran Hung Dao, a pocos metros del conocidísimo Ben Tanh Market.
Federico y Josefina, al igual que nosotros se dirigían para sus casas, y cuando giran en la primera esquina, sobre Tran Hung Dao, para luego tomar Le Loi, un vietnamita en moto se les pone a la par e intenta asirse del bolso de Jose. Digo intenta, porque, tal cual lo relata Josefina, todo pareciera haber transcurrido en cámara lenta. Un forcejeo interminable. A la vez las motos que corren veloces. Federico, mezcla de desesperación e impotencia solo tiende a echarle la moto encima. Ahí fue cuando este sujeto soltó el bolso. No solo con el toque de las motos soltó el bolso, sino que los tres salieron despedidos para terminar en el pavimento.
Un segundo después, Federico a menos de un metro del ladrón. Tal cual el lo describe, le lanza una “patada voladora” y este cae al piso. Mientras lo sujetaba pregunta si ella tenía todas las pertenencias o si el había alcanzado a quitarles algo. Viendo que no tenía ningún sentido retenerlo, lo deja escapar. El lo deja escapar. Claro que cuando nadie se lo esperaba, sin saber de donde, aparecen un grupo de otros vietnamitas a la carrera que lo alcanzan y lo toman del cuello, impidiéndole ir mas lejos.
Aun en shock, y sin entender que había pasado, ven a estos acercarse con el prisionero, y señalarles en dirección a la vereda. Que es lo que quieren? Police... police ¡!! Repetían... Claro... seguramente quieren que les demos una recompensa por haberlo capturado!!! Estos vietnamitas siempre queriendo aprovecharse del extranjero... Pero luego, sin todavía poder creer lo que veían, se dan cuenta que lo que ellos señalaban no era mas que una repartición policial. Una comisaría digamos.
El sujeto fue apresado. O más bien digamos encadenado por los pies a una de las mesas en la habitación contigua. Los primeros minutos fueron realmente de muchas palabras, en muchos idiomas, y poco entendimiento. Todo fue mucho mejor cuando al cabo de un rato, arriba al lugar otro policía, que al parecer hablaba algo de ingles.
La policía en Saigon es más bien intimidante. Quizás la imagen en mi cabeza de aquella película con Richard Gere en la que era apresado y juzgado por hombres en uniformes verdes me traía malos recuerdos.
El lugar era lo menos parecido a una comisaría. Posters, calendarios. Mezcla de gomería y almacén de ramos generales venido a menos. Este policía, capaz de hablar un idioma comprensible, suministra formularios, esta vez en ingles, para que completen con su declaración de los hechos.
Ninguno de los dos se lastimo fuerte en el incidente. Federico un corte en el codo, y algunos raspones en las piernas. Josefina, un raspón en la mano derecha.
Aconseje a Federico que vaya una escapada hasta el hospital, solo a unos pocos metros de allí, para que al menos pudieran limpiarle la herida, que a mi parecer necesitaba también algunos puntos de sutura.
Mientras el se dirigía al hospital, se le solicita a Josefina un careo con el recién apresado. Ahí vamos a la habitación donde este estaba.
No podría hacer una descripción del sujeto ya que caería en una descripción general del “vietnamita tipo”. Solo puedo decir que se notaba el forcejeo y caída previos en como llevaba su camisa a cuadros, su cabello despeinado, y signos de raspones y algún que otro corte sobre la cara.
El oficial, un hombre posiblemente de unos 50 y tantos años le pregunta a Josefina, en un ingles un tanto difícil de comprender, si el sujeto que teníamos frente a nuestra vista era el mismo que ella decía les había intentado robar minutos antes.
Luego, ante la respuesta afirmativa, hace una pregunta al recluso. Me atrevería a decir que la pregunta opuesta, si bien hablaban en vietnamita. Tan bien podría deducir la respuesta, por los gestos que este hombre hizo con las manos, como de dos objetos chocando. Al parecer, argumentando que nunca había querido robar nada, sino que ellos lo chocaron!
El policía pego un alarido. Si dijo algo no sabría decir que, pero no parecía con cara de buenos amigos. Golpeando la mesa, señalaba un papel que parecía ser la declaración que este tipo había hecho.
Este muchacho, de unos veintitantos, volvió a contestar algo en vietnamita... con cara de “yo no hice nada”. Ahí fue cuando, si los hechos hasta allí parecían haber salido de una película, de golpe esa misma película parecía haber sido nominada para un Oscar.
El policía, atino a dar media vuelta y caminar en dirección hacia donde estábamos, pero cuando nadie lo esperaba, con el puño cerrado golpeo en la cara al ratero. Y lo golpeo con tal fuerza que fue a parar al suelo; pero en seguida, ante la insistencia del oficial, se puso de pie. volvió a gritarle algo, en perfecto vietnamita, y como no respondía, le hizo un gesto invitándolo a sentarse. Y una vez más. Cuando este iba a hacerlo, con la rodilla lo doblo en dos. Un perfecto rodillazo en el estomago, seguido de un codazo en los riñones, por la espalda.
Yo no podía creer lo que estaba viendo.
Ahí no resistimos más, y salimos de ese cuarto. Podría decir que al menos fue golpeado dos veces mas, porque pude escuchar el ruido de dos golpes, cuando apenas salimos hacia la otra habitación.
Mientras los policías completaban formalidades, y tomaban declaración a los testigos, uno de ellos, que parecía recién levantado, camino lentamente hasta donde estaba el preso. Se acerco como para decirle algo. Por un momento pensé que serian conocidos, o que le preguntaría algo, pero no... le pego otro puñetazo en la cara digno de Rocky IV. Un policía le grito algo desde donde estábamos, y el “testigo” regreso al banco donde estaba sentado minutos atrás.
Completas ya las declaraciones, otro problema se presento, cuando la policía pretendía que firmaran un papel, tamaño A4, con escrito en vietnamita. Claro que no. Como vas a firmar algo que no sabes que dice? Quien te asegura que no estas firmando la ejecución del sujeto? No me sorprendería.
Finalmente Federico, llamo al celular de un amigo vietnamita, que actuó de interprete y luego de la explicación del policía aconsejo a Federico que firmara ese papel, que no era mas que la traducción de la declaración de ellos.
Ya eran casi las dos de la mañana. Me asome a la otra habitación y el recluso ya no estaba allí. Tal vez alguno de los policías lo había trasladado a alguna dependencia en el fondo del local. Los testigos ya no estaban. Un grupo de vietnamitas entraron a preguntar algo, y fueron enviados a otra “comisaría”. En la calle un ciclo pasaba pedaleando. Una mujer empujaba su carrito de Pho, tal vez ya preparándose para comenzar su día. Parecía que el viernes, volvía lentamente a ser un viernes más. De esos en los que no había cine.
Camino a casa, de golpe creo que entendí por que Vietnam tal vez es uno de los países con menor índice de criminalidad. Claro que alguien siempre paga el precio.

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